La nariz chata

Esta es una historia
«mentiverdadera»
te puede pasar
a ti, o a cualquiera.

Erase una vez una niña
con cara de tarta
el pelo rojizo
y la “nariz chata”.

Cada cachivache
que tenía a mano
iba a su nariz
tarde o temprano.

Entusiasmada
con cualquier olor
la chata nariz
hacía furor.

Olía billetes
olía tachuelas
olía paredes
y todas las telas.

Olía cojines
olía sus dedos
olía las mantas
y también los pedos.

Olía las calles
olía el zapato
olía las llaves
y olía hasta al gato.

Pero un día
llena de inquietudes
quiso oler el cielo
y oler cada nube.

Un atardecer
esta nariz chata
en busca de olores
voló de su cara.

Y nube tras nube
iba en movimiento
volando a rebufo
de su amigo el viento.

Olía encantada
un batiburrillo
de olores, aromas
y tufos perdidos.

Y un olor llevó a otro
y este a otro olor más.
Y así siguió oliendo
por siempre jamás…

Aún hoy en día
va rastreando huellas
y leves olores
de viejas estrellas.

Aunque alguna noche
que tiene morriña
vuelve a su almohada
a oler a su niña.

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